Documento que se leerá en el Monumento este 24 de marzo

A 37 años del golpe genocida cívico y militar del 24 de marzo de 1976





Los treinta mil desaparecidos fueron parte de una generación que asumió la militancia como una forma de vida, que entendió que militar era la mejor manera de poner sus vidas al servicio de un ideal superior, la liberación de nuestra patria. Una generación que sintió que estaba construyendo la historia día a día. Que reconoció la historia de lucha de nuestro pueblo, desde el principio mismo del nacimiento como Nación, y se sintió continuadora lógica de esa historia, porque el enemigo seguía siendo el mismo, y sigue siéndolo. Querían que no hubiera pobres, que los trabajadores tuvieran sus derechos respetados, y que el imperialismo y sus sirvientes internos no tuvieran poder sobre el pueblo.
La solidaridad, la inclusión y el amor hacia los demás no fueron parte de la utopía de aquellos años, sino una realidad convertida en práctica concreta y cotidiana. Se hicieron carne de esos ideales. Los abrazaron con su juventud completa. Tenían la voz firme y clara para preguntar o reclamar por lo que hacía falta. Fueron quienes tenían la fuerza de la pasión y la alegría para transformar todo lo que estuviera a su alcance y más.
No fueron una generación suicida, fueron jóvenes que encontraron en la militancia la alegría para vivir teniendo ideales tan importantes y generosos, que valían la pena jugarse la vida por ellos. En definitiva, una juventud que cumplió el rol de toda juventud: ser el motor de cambio de las injusticias de la sociedad en que vive.
El golpe del 24 de Marzo de 1976, significó un punto de inflexión en la sociedad argentina, ya que interrumpió y fracturó la valiosa trama social, política y cultural que existía hasta ese momento. Los intentos de hacer retroceder a los trabajadores y al pueblo, en general, en sus conquistas sociales y políticas, obtenidas fundamentalmente durante el primer gobierno peronista, siempre habían encontrado resistencia popular, que impedía la instauración de un proyecto agroexportador, requerido por el imperialismo, sostenido por las oligarquías nativas, para esta parte del continente.
A fines de los años sesenta y principios de los setenta, se vivía en la Argentina una vitalidad política, con la incorporación de amplios sectores juveniles, pese que todavía estaba presente en la memoria colectiva, los golpes de Estado anteriores, con su secuela de muertes, tortura y cárceles. La situación argentina, tenía su correlato en buena parte de América Latina, por esa misma razón el imperialismo y sus aliados internos, programaron la misma solución global: golpes de Estado, llevados adelante por ejércitos nacionales, que en realidad se transformaron en “ejércitos de ocupación”.
El golpe del 24 de Marzo de 1976 hizo parecer a los golpes anteriores como meros ensayos devaluados, de un terrorismo de Estado incipiente, que ahora se manifestaba con toda su violencia y ferocidad. Las muertes, secuestros, torturas y cárceles fueron superiores a cualquier experiencia anterior, además aparecieron formas más siniestras de represión: los centros clandestinos de detención, las desapariciones, la apropiación de bebes, el robo de bienes de los detenidos, bajo el eufemismo de “botín de guerra”. La represión tenía como destinatarios un amplio espectro de la población: militantes políticos, con o sin armas, estudiantes u obreros, militantes sociales, religiosos, docentes, cooperativistas, en suma cualquier persona que llevara o pudiera llevar una resistencia de la índole que fuera, al proyecto que se pretendía instaurar. El objetivo de este terrorismo de Estado genocida, aparte de eliminar a quienes se le enfrentaban realmente, era imponer el miedo en la sociedad, para que esta se paralice, y acate sumisa el nuevo estado de situación.
La dictadura destruyó industrias y provocó numerosos despidos, multiplicó geométricamente la deuda externa, transformando al país económicamente en un rehén de la especulación financiera, por las décadas venideras. Este era el verdadero motivo del golpe: hundirnos definitivamente en la mayor dependencia cultural, política y económica, de la que se tenga memoria.
Más allá, de las muertes y desapariciones, de las torturas y las prisiones, de las leyes de olvido y los indultos, de los nietos recuperados y los que faltan recuperar, del dolor que nunca termina para los familiares y compañeros de los que ya no están, de la justicia obtenida y de la que falta obtener, nuevamente el objetivo de acallar para siempre la voluntad popular no lo pudieron cumplir.
Hoy, muchos asesinos genocidas están condenados y otros esperando la condena en procesos, que aunque se alargan más de lo tolerable, terminan con condenas. Y hoy también, como cada 24 de marzo, recordamos este día en honor a nuestros compañeros, porque el pueblo, aunque a veces, pareciera perder el rumbo por miedo o confusión, retoma siempre sus banderas para seguir la lucha por una sociedad más justa y más igualitaria.
En nuestro país tenemos la satisfacción de ser el primero en el mundo de juzgar un genocidio dentro de sus fronteras y frente a jueces naturales, acorde al debido proceso constitucional. Estos procesos son posibles debido a la lucha del pueblo argentino, a las víctimas del estado terrorista, a la decisión política de un gobierno y a la lucha inclaudicable de las organizaciones de DDHH. Que los juicios sigan desarrollándose es de vital importancia para el fortalecimiento de nuestra democracia.
La gravedad de los delitos cometidos por los usurpadores del poder en la última dictadura militar conjuntamente con los participes civiles y la cúpula de la iglesia es de tal gravedad, que su impunidad determinaría una sociedad desarrollada sin cimientos y sin memoria. La sanción legal reviste la mayor entidad de verdad en nuestra democracia, el recuerdo de los hechos, la sanción de sus responsables y la reivindicación de sus víctimas supone la posibilidad cierta de un futuro mejor.
En lo que va del año se suspendieron dos juicios en Rosario. El tiempo transcurrido desde la comisión de los hechos nos juega en contra, la edad de los responsables también. Tuvieron más de tres décadas para eliminar las pruebas, para perfeccionar los pactos de silencio. Es por ello que la consigna este 24 de marzo debe ser JUICIO Y CASTIGO YA. Los organismos de DDHH, las organizaciones sociales, políticas y gremiales reclamamos la urgente aceleración de las causas y que estas sean unificadas; es una deuda pendiente para la profundización de la acción de la justicia para con todos los responsables del genocidio en nuestro país, además de la inmediata búsqueda de los supuestos prófugos, que no dudamos los encontraran en sus casas. También exigimos que no se demoren las confirmaciones definitivas de las sentencias, que duermen el los tribunales superiores. Por nosotros y por las nuevas generaciones que a diario se suman a la política con la esperanza de una patria mejor.
Cada 24 de marzo recordamos también a todos aquellos compañeros que formaron parte de la lucha y que hoy están en nuestra memoria, sin su generoso aporte los que hoy continuamos en este camino nunca hubiéramos llegado a esta verdadera instancia histórica, punto de inflexión en la historia argentina, que queda como ejemplo a las generaciones futuras. Nunca bajamos los brazos ante la injusticia, por eso la vigencia de nuestras consignas. Queremos recordar especialmente a los testigos Jorge Julio López y Silvia Suppo, para quienes no dejaremos jamás de reclamar justicia por su desaparición y asesinato.
Durante décadas los juzgados han desconocido, que los delitos cometidos por los represores del terrorismo de Estado contra los colimbas y soldados de Malvinas, deban ser considerados de lesa humanidad. Queremos remarcar esta demanda, del mismo modo que lo hacemos con los delitos sexuales cometidos contra detenidas y detenidos políticos. En esa misma dirección acompañamos el reclamo para hacer visible el especial ensañamiento de los genocidas con los militantes de la comunidad LGTB. En numerosos testimonios surgidos a lo largo de los juicios a los represores, aparecen manifestadas esas situaciones, del mismo modo que ocurrió con aquellas personas pertenecientes a la colectividad judía, o a los Testigos de Jeová por dar otro ejemplo. La dictadura fue militar, pero también civil y clerical. Entre sus objetivos, además de reorientar la nación hacia un modelo agroexportador y dependiente en el aspecto económico, apuntó a producir un disciplinamiento cultural supuestamente basado en los valores occidentales y cristianos, por eso fue impulsada y bendecida por la oligarquía y la cúpula de la Iglesia Argentina.
La dictadura fue un plan genocida dirigido hacia el conjunto de la sociedad, que para imponerse se propuso como objetivo militar primordial eliminar a las organizaciones gremiales, políticas y sociales. Los desaparecidos en su amplia mayoría pertenecían a movimientos, sindicatos, partidos y agrupaciones. Por esa misma razón reivindicamos e impulsamos la participación y la militancia como herramienta para producir los necesarios cambios sociales. Desde esa óptica, no podemos dejar de sentir como propia la pérdida de un sólo militante social, como los recientes casos de Mariano Ferreyra del Partido Obrero, Jere, Patom y Mono del Frente Darío Santillán o Mercedes Delgado, de las comunidades eclesiales de base del barrio Ludueña. Vemos con especial preocupación cómo el nivel de violencia, vinculada a al fenómeno narcospolicial creciente, ha empezado a poner en riesgo la vida de aquellos que ponen el cuerpo allí donde el Estado no está presente. Del mismo modo que nos alarman las recientes denuncias que dan cuenta de tareas de inteligencia realizadas por la gendarmería contra organizaciones populares.
Vivimos un tiempo distinto en América Latina. El sueño de los primeros hombres y mujeres que lucharon por una patria grande, unida y antimperialista, como San Martín, Bolivar y Artigas, levantado como bandera por tantas generaciones a través de nuestra historia, ha vuelto a revivir en esta última década en nuestros países. Los importantes avances y conquistas obtenidos a lo largo y ancho del subcontinente, no pueden entenderse sino en el marco de ese proceso de integración de los pueblos, el cual no está exentos de poderosos opositores de adentro y de afuera. Consolidar esta etapa, camino hacia una segunda y definitiva independencia sudamericana, será una de las mejores reivindicaciones que podamos hacer a los 30 mil desaparecidos.
A pesar de esos pasos dados hacia adelante, aún sufrimos graves consecuencias del neoliberalismo instaurado por los genocidas y profundizado como nunca en la década de los noventa. El fin de la pobreza, la trata de personas, la inclusión de todo los sectores sociales, la reforma profunda de las policías, fuerzas de seguridad y sistemas penitenciarios; la democratización de la comunicación, la justicia y la tenencia segura de la tierra; el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, la recuperación del sistema de transporte público, la nacionalización de todos los recursos naturales y su manejo ambientalmente sustentable, la reparación histórica para nuestros pueblos originarios, la ampliación de derechos de los trabajadores, son algunos de los tantos caminos que tenemos seguir transitando y para los cuales debemos aprender de la experiencia histórica acumulada; pero siempre desde la comprensión de que la realidad se cambia con la organización colectiva y la participación política. Hemos alcanzado en estos años un piso más alto, pero nuestros sueños son ambiciosos, como los que desvelaron a los 30 mil compañeros desaparecidos.

30 mil compañeros desaparecidos, presentes! ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos! ¡Restitución de los hijos de desaparecidos apropiados por los genocidas! ¡Juicio y castigo para todos los responsables del terrorismo de Estado y sus cómplices! ¡Sentencia firme para todos los condenados en Argentina por delitos de lesa humanidad! ¡Exigimos la aceleración de las causas por crímenes del terrorismo de Estado que todavía duermen en los tribunales! ¡Exigimos la unificación del juicio “Pili Rodríguez” con el resto de los casos del Cordón Industrial de San Lorenzo! 


¡Exigimos juicio y castigo para los responsables materiales y políticos de los asesinatos de Juan Alberto Delgado, Rubén Pereyra, Ricardo Villalba, Walter Campos, Yanina García, Graciela Acosta, Claudio Lepratti, Graciela Machado y Marcelo Paccini, cometidos en por la policía de Reutemann en diciembre de 2001! ¡juicio y castigo a responsables de los 35 asesinatos de diciembre de 2001! 

¡Repudiamos todo acto persecución y espionaje a organizaciones sociales y populares como los recientemente conocidos, en los que se denuncian tareas de inteligencia realizadas por la gendarmería contra diferentes agrupaciones políticas, gremiales y de derechos humanos, entre ellas muchas de nuestra ciudad! ¡No a la judicialización y criminalización de la protesta! ¡Cierre de las causas contra los estudiantes de la UNR! 

¡Exigimos el Juicio y Castigo a los responsables materiales y políticos de los asesinatos de Sandra Cabrera, Maximiliano Kosteki, Darío Santillán, Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, Cristian Ferreyra, de la comunidad Qom, los campesinos del Mocase, de Jere, Patom y Mono, de Cesar Oviedo y de Merecedes Delgado! ¡Exigimos justicia y el esclarecimiento del ataque sufrido por los militantes del Movimiento Evita de barrio Nuevo Alberdi! ¡Exigimos el cierre del IRAR! ¡Exigimos justicia para todas las víctimas de violencia institucional! ¡Justicia por las víctimas de Once! 

Repudiamos el circo realizado por los británicos con el referendo en Malvinas Repudiamos la decisión de la Corte Suprema de Uruguay en favor de los genocidas ¡Exigimos justicia y el esclarecimiento de la desaparición y asesinato de los testigos de juicios contra los genocidas Jorge Julio López y Silvia Suppo! 

Debemos realizar una vez más un contundente repudio a las declaraciones del genocida Jorge Rafael Videla, quien llamó a armarse para derrocar al gobierno. ¡No a los golpes institucionales contra los gobiernos populares de latinoamérica! 

Queremos abrazar en este momento, a todos los compatriotas sudamericanos, especialmente a los venezolanos ¡Viva Hugo Chávez! ¡Viva la patria grande! 

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!

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